Ser joven y revolucionario no implica actuar como un vándalo destructor del sistema, es más revolucionario aquel que mejora un producto y lo hace mas accesible al público, también es revolucionario aquel que se levanta todos los días a dar y aportar lo mejor de si mismo para que los demás tengan y disfruten de servicios y comodidades en donde hacer su vida del diario. Las revoluciones que han marcado a la humanidad han sido silenciosas y no han matado ni destruido a nadie, mas bien han mejorado todo lo que han alcanzado y son producidas empujadas por gente a quienes les mueve el deseo de contribuir.
Si no nos deshacemos de esa idea de «que no somos libres» nunca dejaremos de pelar contra monstruos ya extintos, si no trabajamos en crear una identidad propia y bien establecida nunca nos sentiremos parte de nada, estar inconformes está bien, empujar los cambios que deseamos está perfecto, pero la forma de intentarlo es lo que nos tiene inmersos ya muchos años en el subdesarrollo, debemos creer en nosotros mismos y como ciudadanos responsables tomar el control y la supervisión de los sistemas estatales, quitarle el poder a las partidocracias y oligarquías, no confiar demasiado ni ser fanáticos de mesías ni de sistemas, nuestra idea siempre debe ser orientada hacia el ciudadano no hacia la superposición de un sistema sobre otro.