La Batalla Que Estamos Perdiendo

En el país hay 60 millones de electores que no creyeron y que al parecer siguen sin creer en el proyecto de la cuatro T, hacia esas personas debe apuntar el plan opositor, debemos dejar de ver al presidente y su fanaticada para acercar y unir esa inmensa mayoría que no apostó por López, ese cúmulo de personas que no abraza el proyecto del Obradorismo está formado por mexicanos de todos los estratos económicos, sociales, étnicos e ideológicos, no podremos unirnos si seguimos siendo lo que dice el presidente que somos, unos clasistas, fifís, racistas, conservadores, etc. Es una falacia que oponerse al morenismo es solo para ricos y blanquitos, bajo esa premisa la oposición es minoría y quien así piense no tiene oportunidad de dar batalla a la cuatro T; el proyecto opositor tiene que de verdad acercarse a todos los sectores y contrarrestar el bombardeo ideológico de que la izquierda es buena y la derecha es mala.

Apostar por una «ultra derecha» no va a servir más que para alimentar aún más el discurso divisionista, para darle mayor fuerza a quienes se encargan de predicar el socialismo como la esperanza para los oprimidos de siempre. La política, la ciencia, el conocimiento no tienen color, no pertenecen a pobres o ricos, mestizos, indígenas o blancos; el país es de todos  y si permitimos que la mezquindad política nos divida y nos lleve a ser izquierda o derecha estaría más cerca un estallido bélico intestino que cualquier sueño de crecimiento y consolidación de un estado de derecho.

Todos los días las redes y los medios de comunicación se inundan de la palabrería que desde palacio Nacional son enunciadas, se fija la agenda diaria y todo el país se mueve al compás que dicta el presidente, hemos caído en el juego disparando al monigote que tenemos enfrente como si él fuera el único responsable, es obvio que no es él solo; detrás hay toda una maquinaria que mueve los hilos de la llamada cuarta transformación, especialistas que fijan y coordinan tendencias, que elaboran estrategias de mercado, de adoctrinamiento; células que esparcen ideología y compran voluntades. Estamos tratando de vencer al presidente en su propio campo y esto es poco menos que imposible, él tiene a disposición todo el aparato del estado, una enorme cantidad de recursos y el foro más alto y visto de todos, está más que claro que ese no es el camino. La batalla se perdió en las urnas de la elección pasada y desde entonces hemos estado bailando al ritmo que nos marca presidencia, hemos estado solo siendo reactivos a cada ataque, a cada movimiento que hace el presidente. Atacar a Andrés Manuel es darle la razón y perder el tiempo, él está blindado por esos 30 millones que le compraron el sermón de la esperanza y no hay forma de vencerlo ahí.

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